La carga genética, es decir, el número de
cromosomas que posee en cada célula un individuo es aportado la mitad por su
padre en el núcleo del espermatozoide, y la mitad por su madre en el óvulo.
Por ejemplo, el ser humano tiene 46
cromosomas, de los cuales 23 (22 autosomas y uno sexual) provienen del padre, y
23 (22 autosomas y uno sexual) provienen de la madre. Cada cromosoma aportado
por el progenitor es igual en forma, tamaño y tipo de información a uno del
otro padre, por lo tanto, una característica determinada estará representada
por partida doble en los cromosomas correspondientes. Cuando la información
para una característica, como puede ser el color de los ojos, es igual a ambos
genes, el individuo es homocigoto, ya sea dominante o recesivo. Si la
información de los genes de una característica es opuesta, como el color azul y
castaño de los ojos, los genes son alelos, y se expresará el más fuerte
(dominante). Es por ello que los estudios realizados por Mendel permiten
explicar la aplicación de estas leyes en la herencia del hombre.
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